1. Hay mucha gente que afirma tener mucho “más hambre” de lo que acostumbraba ¿a qué se
debe esto? ¿Está relacionado con el estrés, aburrimiento y/o emociones?

Las situaciones de incertidumbre generan estrés y/o ansiedad. Cada persona procesa estas
situaciones a su manera. Una forma de procesar es a través del “hambre emocional”. El
hambre emocional es el aumento del “apetito” dirigido por las emociones y no por las
necesidades reales del cuerpo.
La persona siente que tiene “hambre” todo el tiempo. No es una necesidad biológica, sino de
las emociones que dominan ese momento: preocupación, enojo, tristeza, impotencia.

2. ¿Cómo saber/percibir cuando tenemos hambre de verdad?

Conectar con las emociones y los pensamientos ayuda a identificar cuáles son los más
recurrentes durante el día. Pero no es lo único, es importante tener en cuenta las situaciones
que lo desencadenan, refuerzan o agravan el hambre emocional: desorden, sobre información,
mala alimentación, sedentarismo, falta de sueño, mala hidratación, entre otras.

3. Frente a la pandemia, ¿qué consecuencias trae para la salud recurrir a malos hábitos
alimenticios? ¿puede debilitar nuestras defensas? ¿qué pasa con el tema de la vitamina C?
(muchos recomiendan aumentar sus dosis).

Tener una mala alimentación debilita al cuerpo y, en consecuencia, sus defensas. Es diferente
afrontar la adversidad mal nutridos que bien nutridos. Un cuerpo mal nutrido es un cuerpo
débil y con poca capacidad de respuesta. Una persona promedio bien nutrida no requiere
suplementarse. La suplementación puede reponer déficits de algunos nutrientes, pero no
reemplaza a una alimentación balanceada. No se ha demostrado que la suplementación de
vitamina C es efectiva para el Covid 19. No recomiendo abusar de los suplementes “por las
dudas falte algo”, ningún abuso fortalece el cuerpo.

4. ¿Qué consejos puedes darnos para evitar los atracones y desvirtuar la dieta?
Ordena tu alimentación: una rutina alimentaria sirve de anclaje al presente.

Planifica tus compras y comidas: evita llenar tu heladera y alacena con productos
industrializados. Prioriza la compra de frutas, vegetales, carnes, legumbres, semillas.
Prefiere hidratarte con agua. Consume entre 1.5 Litros a 2 litros de agua.
Evita la sobreinformación.

Duerme 7 a 8 horas diarias.
Incorpora a tu rutina ejercicio adaptado a tus capacidades físicas.
Intenta desconectarte.

Comunícate con tus afectos. NO pierdas contacto con tus seres queridos.
Permítete expresar tu malestar. Hablar de cómo te sientes ayuda a liberar tensión.
Aunque hay algunos consejos que no están directamente relacionados con la alimentación,
influyen positivamente en el manejo del hambre emocional. Ya que el hambre emocional
involucra cuerpo y mente.

5. ¿Consideras que se volvió difícil llevar una alimentación healthy ahora?

Dado que, por ejemplo, hay negocios de productos especializados (para veganos, orgánicos, sin T.A.C.C,
vegetarianos) que no están abiertos.

Toda crisis genera cambios en la alimentación. La salud también involucra la capacidad de
adaptación de la persona a su circunstancia. Siempre se puede hacer algo por nuestra salud
física y emocional. Todavía se consigue frutas, vegetales, semillas y proteínas. Cuatro grupos
alimentarios esenciales para fortalecer el cuerpo. Esos alimentos son aptos para todos. La
variedad sí está afectada, pero todavía hay disponibilidad.

6. ¿Qué cosas sí deberíamos comer y cuáles no?

Sé que es bastante genérico, pero imagino que habría que decirle basta a las frituras y delivery de fast food.
Las necesidades corporales y emocionales son diferentes para cada persona. Es importante
aprender a conectar nuestras necesidades individuales. Este proceso de autoconocimiento
ayuda a proveernos de lo que realmente necesitamos en cada etapa de nuestra vida.
Recomiendo volver a lo natural. Aumentar el consumo de frutas, vegetales y semillas dentro
de las posibilidades económicas de cada uno. No se trata de cantidad, sino de calidad.

Consumir menos alimentos provenientes de las industrias y más alimentos de calidad fortalece
la salud.